lunes, abril 17, 2006

Pasión y muerte...

Esto es un poco durillo, aviso para quien no quiera leer chungueces, que pare ya...




Al final mi perro no tenía artrosis. El miércoles, al ver que no mejoraba tras las inyecciones que le ponía nuestro veterinario habitual, éste nos dijo, no les importaría llevar al perro a un especialista de huesos? Pues claro que no, y allí nos presentamos el jueves a primera hora, donde, lógicamente, lo primero que le hicieron fue una radiografía y un chequeo exhaustivo de huesos, nada de análisis de sangre, ni tiroides ni leches... Si te duelen los huesos, lo normal es que te miren los huesos, joder, digo yo... El caso es que tras las radiografías, el especialista nos dijo que tenía malas noticias: el causante de su creciente cojera y molestar al andar era un tumor (osteosarcoma) en la columna vertebral. Yo no me lo podía creer. Le miraba a la cara, y decía, pero tú? Cómo vas a tener tú un puto tumor, cabronazo? No me hagas esto, tío.... Y el pobre, todo drogado, me miraba inconsciente, ajeno a todo esto... Las perspectivas eran de lo más desalentadoras, el osteosarcoma había destrozado por completo una de las vértebras de su columna y había atacado también tanto a la anterior como a la posterior. Esto se podría tratar de forma agresiva, extirpando las vértebras afectadas, quimioterapia y a rezar para que el tumor no se hubiera extendido a otra zona. La esperanza de vida de los que superaban la operación era a lo sumo un año más. Todo esto, habría que verificarlo primero realizando una biopsia para certificar que se trataba efectivamente de un osteosarcoma. Tras romper a llorar y lograr componerme otra vez, pregunto por sus caderas, que tan mal decía que estaban mi veterinario habitual. Su respuesta me hizo gracia, dijo que no Sofía Loren tenía las caderas de mi perro. Así que el merluzo de mi veterinario habitual, no solo confunde un tumor con una artrosis o reuma, sino que dice que tiene las caderas jodidas, le insufla antiinflamatorios mientras este le receta tranquilizantes para el dolor, en fin... valiente sinvergüenza... Salimos del especialista y Neón cojea, pero anda perfectamente, un poco sedado tras la droga para las radiografías, pero en fin, se le ve un perro sano, no me hago a la idea de que tenga esa mierda jodiéndole la vida... Llego a trabajar hecho una mierda, me paso el resto del día llorando, pensando en él. Llamo a casa de mis padres varias veces para ver cómo está... y me dicen que duerme, que está bien, tranquilo, con la droga en el cuerpo aún... Salgo de currar y nos vamos a mi casa, a pintar la mona un rato, ya que en principio, la simpática prima penalizante y yo marchábamos para Asturias al día siguiente a las 5 de la mañana. A eso de las 21:00 me llama mi hermano, que está el veterinario en casa de mis padres, y que me pasara para verle. Teníamos una cena en el Wok de al lado con mis primos y el Vic (tobillitos) y yo subí a casa sin saber con lo que me iba a encontrar. Mi perro, sentado, me recibe con su miradita, sus patitas, igual que siempre, solo que sentado. No se mueve. La parte de atrás la tiene inmóvil, y ni si quiera es consciente de ello, según el veterinario. La mitad inferior de su cuerpo la tiene paralizada. No puede andar, ni mear, ni mover el rabo, ni hacer nada que implique mover la parte de atrás de su cuerpo. El veterinario le ha tenido que sondar y Neón sigue imperturbable, ajeno a todo. Ni sabe ni entiende lo que le pasa. Sólo siente una molestia en la parte de atrás de la espalda y no entiende por qué no se puede mover... Estudiamos la situación y decidimos ver qué pasa al día siguiente, ya que al ritmo que ha empeorado, pues en fin... la cosa pintaba muy mal, esta mañana era un perro sano con un tumor, pero un perro al fin y al cabo, y 10 horas después no puede moverse. La velocidad a la que el osteosarcoma lo está matando me deja de piedra. Decidimos que siempre que haya alguna mejoría, le mantendríamos con vida, ya que esta situación podría ser reversible, y queríamos contar con una segunda opinión de otro especialista, de una clínica de San Agustín de Guadalix que me recomendó la Pelos de mi curro (Vanessa). Acordamos entonces que si empeora, o continúa igual, debíamos sacrificarlo, ya que la prioridad en este caso es que Neón no sufra bajo ningún concepto, y su calidad de vida. Si no pudiera moverse, orinar, etc. no tardaría mucho en morir de tristeza o de una infección o algo... Una vez decidido eso, y habiendo acordado que no se iba a tomar ninguna resolución sin consultar con el resto de miembros de la familia, decido proseguir con el viaje planeado al día siguiente. He de decir que albergaba todas y cada una de las esperanzas habidas y por haber de volverle a ver a mi regreso el domingo, pero no obstante, me despedí de él como si fuera la última vez. Qué se hace la última vez? Qué se dice? Qué se piensa? Sólo podía llorar y desear que se mejorara, que esto no podía ser, que algo tenía que ir mal, que no podía ser que mi perro, la imagen más nítida de la vida, se moría poco a poco. Me negaba a creerlo. Jamás ha habido otra imagen más viva y más clara de la alegría de vivir que mi perro con su carita, su lengua, corriendo por el campo, persiguiendo cualquier cosa, ladrando con ese ladrido tan grave, mirando con esos ojillos... y esa imagen en mi memoria, de pronto, iba a desaparecer. Mi perro se moría. La vida misma se le iba. Todo aquello que había representado para mí durante tanto tiempo ahora le resultaba imposible mantener, esa vitalidad que desprendía se le escapaba, se moría. No podía ser. Mientras pensaba esto y mis lágrimas recorrían su pelaje en un abrazo que jamás olvidaré, Neón seguía impertérrito, tan inconsciente, tan ignorante, tan indefenso... Me despedí de él como pude, pues no recuerdo qué otros pensamientos aparte de la pronta recuperación y la incredulidad me pasaron por la cabeza. Bajé a cenar, informé a familiares y amigos de la situación, y marché para casa a dormir para reunirme con la Simona al día siguiente, jueves.

El jueves por la mañana, me llamaron para informarme de que el veterinario le había sondado de nuevo, y que parecía que se encontraba un poco mejor, ya que movía un pelín el rabo y había conseguido ponerse a cuatro patas durante un ratito. Yo me emocioné con esa inesperada mejoría, pues ya estaba muy hecho a la idea de que lo mismo no se levantaría esa mañana. Ya estaba preparado para lo peor. O al menos así lo creía. Así que pasé el día lo mejor que pude, con una medio sonrisa en la cara por la leve mejoría de Neón. Al parecer, pasó el día con mi hermano, y cuando llegaron por la noche mis padres se emocionó, se movía todo lo posible, en fin... me dio la impresión de que la cosa mejoraba, que lo mismo el tumor se lo llevaba de golpe, pero que al menos podríamos disfrutar de su querida presensia durante un tiempo hasta que una mañana simplemente descubriéramos que ya no podía más...

Y el viernes por la mañana, al levantarme, tenía 6 llamadas perdidas. No empezaba bien el día. Hablo con mis padres, y me dicen que ha pasado una noche hasta arriba de tranquilizantes, con triple dosis, y que no paraba de llorar, que estaba intranquilo... Yo en ese momento sólo me imaginaba a Neón sufriendo por culpa del tumor, y no lo podía soportar, dijimos que nada de dolor, que mientras no hubiera dolor, lo que fuera, pero con dolores no, no se merecía morir entre dolores si lo podíamos impedir... Por lo que mis padres, se marcharon para la finca, dejándoselo a mi hermano y su novia. Hablo con él, y me dice lo mismo, que ha pasado muy mala noche, no como la anterior, y que vuelve al estado anterior, sin moverse, y además muy incómodo ya, al no poder estar más que tumbado. Mientras hablábamos le oía ladrar, gemir, llorar, y me moría de pena. No podía soportarlo. Así que propuse que le llevaran de inmediato al hospital ese de San Agustín de Guadalix a ver qué decían. Tanto mis padres como mi hermano accedieron y les pareció la mejor opción, dada la situación tan terrible en la que nos veíamos... Colgué, y la impotencia me corroía. No sabía qué hacer. Me levanté de la cama esperando que el segundo diagnóstico fuera mejor, y que al ser un hospital, pues las pruebas, la biopsia y tal pues sería más cómodo para el tratamiento posterior y eso... Me pegué una ducha y al salir veo más llamadas. Me coge el teléfono mi hermano, llorando, y me dice que no hay nada que hacer, que cada vez está peor. Que el osteosarcoma este es letal, rápido y empezaba a ser doloroso ya para Neón. Que estaba en una camilla, tranquilizado, con una vía abierta a la espera de nuestra decisión, que qué hacíamos... Que qué hacíamos, me preguntaba... Y yo qué se? Qué digo? Que le maten? Joder, en esos momentos me quería morir, cómo cojones acaba la vida sometiéndote a este tipo de juicios? Qué coño sé yo? Cómo puedo decidir de un plumazo acabar con la vida de algo que siente, que respira, que me quiere... y por otro lado, la alternativa es tan sombría, nefasta... inexistente. El futuro de Neón no existía. Durante estos dos días lo único de verdad importante era el tomar la decisión de poner fin a su existencia en el momento apropiado, estaba claro que lo íbamos a tener que hacer, eso estaba asumido ya, lo importante era discernir el momento en el que debíamos hacerlo. Y decidí que acababa de llegar el momento. Colgué y me derrumbé. Saber que la decisión estaba tomada, que jamás iba a volver a oírle ladrar, no le vería correr más, ni podría acariciarle, ni podría jugar conmigo, ni ser feliz, ni vivir... No. Ya no. Lo único que me apetecía hacer era sedarme también y llorar. Así que mientras fumaba, pensaba en mi realidad, en Oviedo, llorando y fumando mientras en una camilla, a casi 500 kms de allí, una sobredosis letal de anestesia acababa con mi perro. Me lo imaginaba tumbado, con la lengua caída, tan bueno, dejándose invadir por la sustancia que iba a acabar con su vida, sin rebelarse, tranquilito, cayendo en un sueño cada vez más pesado, hasta morir finalmente. Jamás he pasado por una experiencia tan traumática, tan inolvidable y tan dolorosa como esos minutos que mediaron entre saber que se iba a morir, hasta la llamada por teléfono de que ya estaba muerto y se lo llevaban a la finca de mis padres a enterrarlo. Esos minutos, se me hicieron eternos. No sabía qué hacer... qué se hace en estos casos? Por qué no nos preparan para estas cosas? Cómo estar preparado ante la muerte inesperada de un ser querido? Cómo reemplazo yo todo lo que en mi vida giraba alrededor de este ser vivo? Qué hago con todo este amor? Me lo como? Joder, quería abrazarle, quererle, amarle como había hecho hasta ahora, pero ya era imposible. Y ahora qué? Ahora que se apaga otra de las luces de mi vida, hasta ahora, la más importante? En los últimos 6 meses he perdido la compañía física y mental, digamos, los “conceptos”, de mi novia (lo dejamos, tras 6 años), mi mejor amiga (se marchó a Galway a aprender inglés y no hablo con ella ni una centésima de milésima de lo que necesito, vaya... y ahora mi perro también? Precisamente ahora que la mejor perspectiva de irme a vivir a casa de mis padres hasta encontrar otro sitio era el tiempo que iba a pasar junto a Neón... precisamente ahora... En fin, que la vida es miserable, eso ya lo sabemos todos... pero la mía si la medimos por los últimos acontecimientos, en fin... comienza a parecer horrible, no miserable... vaya rachita...

Como semidiós que era, murió en Viernes Santo.

Para ti, Neón, mi sol y mis estrellas, luna de mi vida, el más fuerte de los abrazos. El último.

IN LOVING MEMORY

NEÓN

01/01/98 - 14/04/06

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