jueves, junio 01, 2006

El Aleph y Totó e Peppino

El miércoles, al salir del curro, acompañé a la simpática al master otra vez, pq hacía mu bueno. Paseíto de buen rollo, tercios ya no pudo ser, pq la cafeta estaba cerrada, coca cola y césped. Me plantee esperar a que saliera leyendo y tal, para volvernos juntos a casa luego. La simpática cultureta, llevaba 2 libros, el Perfume y el Aleph, de Borges. El perfume ya lo había leído cuando salió, pero de Borges no había leído nada, además, Marina, de la L, comentó en un episodio que pasaría su último día en la tierra en una isla desierta con un copazo y leyendo a Borges, así que le dije que me dejara el libro en cuestión. Empecé con el prólogo, y pasé a leerme el cuento de el Aleph propiamente dicho. No lo terminé, pero me quedé alucinado. Resulta que un Aleph es el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos. Y continúa:
"¿Cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca? Los místicos, en análogo trance prodigan los emblemas: para significar la divinidad, un persa habla de un pájaro que de algún modo es todos los pájaros; Alanus de Insulis, de una esfera cuyo centro está en todas partes y las circunferencia en ninguna; Ezequiel, de un ángel de cuatro caras que a un tiempo se dirige al Oriente y al Occidente, al Norte y al Sur. (No en vano rememoro esas inconcebibles analogías; alguna relación tienen con el Aleph.) Quizá los dioses no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente, pero este informe quedaría contaminado de literatura, de falsedad. Por lo demás, el problema central es irresoluble: La enumeración, si quiera parcial, de un conjunto infinito. En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré sucesivo, porque el lenguaje lo es."
Grandioso, sin lugar a dudas, espero terminar de leerlo en el curro hoy.
La simpática prima salió irritada de clase ya que en el master este ciertos profesores se están tomando unas licencias que ya les vale... así que paseíto pa casa, paradita en el vips de Alberto Aguilera, adquisición de "El precio del poder" y "12 hombres sin piedad", película que Ana adoraba con devoción y que al final me quedé sin ver. Decidimos cenar en el Pulcinella, el mejor italiano en el que hemos estado en Madrid, no sin infinitas dificultades para conseguir mesa. Miércoles, 22 de la noche, no habrá problema, pensamos... pero de camino s enos interpuso el Parnasillo, café que atrajo la atención de la simpática. Como ibamos bien de tiempo y en la puerta anunciaban cocktails, me crecí y me pedí una caipirinha a ver qué tal, mientras la simpática pedía una clarita. La clara mal, llena de espuma... el caipirinha aún peor. Limón en vez de lima, sin agitar en cocktelera, sin mezclar el azúcar y con ron en vez de cachaça. Un desastre, vaya... Pero el sitio mola un huevo, muy bohemio, música bajita, no acertamos con los bebedizos, pero el sitio está guay. Llegamos al Pulcinella, tenéis reserva? Daos una vuelta anda, inocentes... Así que decidimos entrar en una trattoria al lado de casa de la amiga que me abandonó, que ella y Ana probaron hace tiempo con buen resultado. Pedimos un vinacho siciliano mu rico, una pizza totó, de jamón de parma, rúcula y parmesano que estaba guay, y la simpática unos fusilli campagnola, con berenjena, calabacín, pimiento y tomate. Mucha pimienta, dice la simpática mientras escribo esto... luego un postre que era dios, un trozo de panettone metido en el horno con chocolate por encima, glorioso, 50€ en total y pa casa. Intentamos quedar con Carrete pa tomar una cañita, pero no respondió a la llamada telefónica, ya que eran la una y algo. Paseíto a Juan Bravo, canutito y buenas noches.

No hay comentarios: